Por estar fuera de la masa y cuestionarlo todo, escribo tras haber escuchado a una headhunter hablar de competencias y ver una entrevista a un emprendedor.
La headhunter habla de las competencias clave para el desarrollo profesional del futuro. Cuáles serán las herramientas, no los conocimientos ni especializaciones técnicas, que van a necesitar los universitarios que van a incorporarse al nuevo mercado laboral.
Una de la competencias que destaca es la creatividad, pero no quiero centrarme solo en ella, en la que plenamente coincido con lo que expone. Quiero centrarme en otro aspecto, que como competencia propiamente dicha no existe. Es la capacidad de cuestionar y poner en tela de juicio opiniones, modelos de trabajo y modas; sobre todo cuestionar que todo lo que aparece en internet, como rezaba el eslogan de una empresa de telefonía, es «verdad verdadera»
¿A qué viene mi especial interés sobre esta «competencia»? Hace unos meses o años, no recuerdo bien mi MLP empieza a dejar hueco, escribí sobre la conciencia crítica o el pensamiento crítico.
Me gusta cuestionarlo todo, debajo de los que nos venden su «marca personal» hay más, y en algunos, un abismo profundo y carente de contenido. Lo que se escribe y encuentra en las webs (incluida ésta) no son tratados científicos ni leyes refutadas, sino opiniones que cuestionar, debatir y rebatir.
Todos somos vendibles.
Volviendo a los ejemplos anteriores. Escuchaba el meteórico ascenso de un emprendedor (al que para su suerte o desgracia conozco), en su entrevista glosaba todos sus éxitos, aciertos, su «soyelmejordelmundomundialporqueyolovalgo«. Sin embargo, su marca, o llamemos a las cosas por su nombre, es humo, vendido con perfumes y adornos de ejemplo a seguir. Aquí es donde la conciencia crítica juega un papel fundamental, donde la capacidad para cuestionar es un «must» en nuestra cuenta de competencias, donde los profesionales del futuro tendrán que separar la marca del saber, la venta de la competencia real.
Es un mundo dominado por la marca y el éxito fulgurante (el esfuerzo es algo de la Edad Media carente de sentido en estos tiempos del 2.0), porque todos somos una marca, como bien predica Naomi Klein en su libro «No logo», todos somos vendibles.
Proyectar vs hacer.
Sólo somos lo que proyectamos, es más valioso que hacer, vender que saber… Los profesionales que no se venden, no están, no se pasan horas interminables en las redes; no existen (en RR.HH. hemos acuñado el término candidatos pasivos, ¿bonito verdad?). Qué injusto, qué tremendo y qué descorazonador…
Otra, es la capacidad de ver el mundo con otros ojos, de navegar entre procelosos océanos de desinformación e intoxicación, la parte crítica, nos hará falta para evitar ser manipulados, dirigidos y subordinados.
La emoción lo puede todo, fuera la capacidad para cuestionarlo todo.
Un ejemplo: las pasadas navidades un famosa compañía alimentaria de este país apelaba al «currículum de todos» basándose en la parte emocional, qué bien se come, qué maja es la gente y qué bien nos lo pasamos.
En pocos minutos fue trending topic, es como salir en el Lancet (modo ironía on). Como campaña de Mk nada que añadir, como marca de país (incluyan el adjetivo que más les guste), mientras apelamos sólo al componente emocional nuestro componente crítico desaparece y nos adocena con la masa. (estrategia publicitaria genial, como modelo de trabajo…).
Os dejo con esta infografía de Noam Chomsky, sin nada más que añadir.