¿Empresas vs empresarios?
Últimamente twitteando, echando un vistazo a blogs, artículos en prensa he notado un cierto gusto por clasificar, ordenar, enumerar y categorizar (como Best Workplaces) todas aquellas cosas que tienen que ver con el emprendedurismo y con el mundo empresarial.
Debe ser, que a los humanos todo aquello que escapa de una buena taxonomía nos provoca auténtico pavor (qué previsibles somos algunas veces.
Esos empresarios JASP…
Pero volviendo al tema de los rankings y listas que pueblan blogs, webs, artículos, Twitter, Facebook, LinkedIn,…
Me llama poderosamente la atención una: lista de los 20 empresarios españoles de éxito menores de 40 años. Y ahí es donde mi curiosidad me lleva a leer quiénes figuran en esta honrosa lista de nuevos motores empresariales españoles (sin acritud que luego me sube el azúcar). Así es como repasando uno por uno los nombres de los allí listados donde encuentro una empresa que me resulta familiar.
Familiar,…
Familiar me resulta porque tengo unos amigos que trabajan para dicha empresa en condiciones laborales propias de una empresa con un «empresariosexitosocuarentañero». Sueldos mileuristas, con jornadas maratonianas, despedidos cada pocos meses para volverlos a contratar después, horarios de 10 horas diarias; en definitiva lo que viene siendo un «best workplace». Cuando les conté que había visto el artículo no podían parar de reír (es broma).
¿Alguien me dice quién hace el ranking?
Preguntas impertinentes que me vienen a la cabeza…
Y aquí, como siempre, llega mi pregunta, no deberíamos preguntarnos cuando hacemos estas inmensas listas qué hay detrás de todos estos empresarios de éxito, cuántas personas ponen su saber hacer y su trabajo al servicio de estos nuevos empresarios, cuántas ponen su tiempo en pos del crecimiento de la misma.
¿Ser un empresario de éxito es ser un señor o señora con dinero sin importar las condiciones en las que trabajan tus empleados?, ¿por qué siempre que oigo la palabra éxito me echo a correr?, ¿por qué se premia estar en la cima sin mirar cómo se llegó a ella, por qué no se les pregunta a los empleados (sin estar supervisados por personas «proempresa»)?.
Quizás en esa inútil manía competitiva de clasificar y ponderar a unos sobre otros, hemos olvidado que lo importante de una empresa no son los empresarios (a no ser que sea uno…) sino las personas que la conforman y que la hacen ser.
Evidentemente que funciona a corto plazo Enrique, pero no hay que irse muy lejos para ver que las estrategias «cortoplazistas» tienen muy poco aguante, además de traer nefastas consecuencias, sino sólo hace falta echar un vistazo al dislate de la construcción.
Sino aplicamos políticas empresariales en las que REALMENTE los verdaderos protagonistas de las empresas sean quiénes las componen (con todo lo que ello conlleva, salarios, bienestar laboral, beneficios…) estaremos abocados a repetir modelos con no muy buenas perspectivas.
Gracias por pasarte por mi blog Enrique.
Pues Belén seguramente tendras razón, pero la sociedad en la que vivimos no parece que valore demasiado la ética. Yo a veces hablo con mis amigos y la mayoría no tienen esa cualidad com la más valorada, cuando se contrapone con sus intereses de conseguir un cliente, un trabajo, etc. A veces dan ganas de pasarse al lado oscuro de la fuerza, la verdad. A largo plazo no creo que eso sea beneficioso pero a corto plazo al menos funciona, hay que reconocerlo. Un saludo.