«Trabaja de lo que te gusta y no tendrás que trabajar jamás». ¿Peeeerdona? (ponle la voz que más te guste, desde el punto más choni hasta el más «moderner»). Cada vez que se pronuncia esta frase, muere un … (a rellenar a gusto del consumidor).
Hoy tengo un día de esos, de esos en los que la psicología positiva, el buenrrollismo y las pamplinas de plato vacío han colmado mi vaso de la paciencia, será que no hago mindfullness ni terapias de reconexión con la pachamama (les estoy todavía buscando el punto científico).
¿Por qué en aras de un «orientación profesional/vocacional» le soltamos estas patochadas a las personas que nos solicitan ayudan?
¿Debemos ser responsables ante profesionales que no saben hacia dónde dirigir sus pasos?
¿Quién decide qué hace feliz profesionalmente?
Pues señoras, señores, bienvenidos a la realidad, por repetida, no es cierta. Ohhhhhhhhhhhh, ahora l@s gurús os vendrán con argumentos como:
- No sabes lo que quieres
- Trabajabas de lo que no te hace feliz
- Debes dejar todo aquello que te produce «disconfort» (que lo de sentirse mal es para perdedores y poco motivad@s)
- No has encontrado tu verdadera vocación (si es que eso se sabe, es como un «párrpito»)
- Si no existe el trabajo de tu sueños te lo inventas (las facturas y los gastos ya si eso lo paga Rita)
Hombre, ¡ya está bien! ¿Qué mantras y frases facilonas son éstas?
Tras tamaña afirmación, miras y me preguntas: ¿te gusta tu trabajo? Claro, pero no deja de ser un trabajo por mucho que me guste y por muy estupendo que pueda ser (para lo de vivir del cuento y viajando non stop sigo haciendo oposiciones pero convocan pocas plazas).
Que se dejen de rollos por:
Trabajar es trabajar.
Te gusta pero cansa, salvo que utilices sustancias psicotrópicas que lo mismo valen para el cansacio que para la felicidad. Ojo con esa teoría de la delgada línea entre vida y trabajo, trabajar mucho tiene nombre: workalcoholic, que no te cuenten cuentos (frase patrocinada).
En todo trabajo hay tareas que…
…resultan horrorosas, infumables, tediosas; peeeeero que las tienes que hacer (que nos lo pregunten a l@s autónom@s cada vez que terminamos un trimestre). Y no, no se pueden evitar, son aburridas, aunque las hagas con música o bailando…
Que todos los días no son una fiesta «rave».
(haber salido un poquito o un muchito)
Un día, cuando menos te lo esperas las cosas se tuercen sin ton ni son, así, de repente. Y ni por futbolín, por espacio «work friendly» (esto no existe no lo busques), por fruta fresca y otros «salarios emocionales«, se tuercen y se tuercen.
Amigas/os esto se llama tolerancia a la frustración y en román paladín, es la vida y el trabajo, y no, no lo mejora un «like» ni un filtro «beauty».
Que si trabajas con personas, a días es difícil.
Ni tatuándote un póster de Mr. Wonderfull que diga me encantan las personas (huye si lo ves) porque todos tenemos nuestras «cadaunadas», y nos va lo diferente, por aquello de un padre y una madre, que encajemos ya es otra cuestión.
Y no, en RR.HH. no nos dan un clase «ama a las personas sobre todas las cosas de universo», y a veces, sí, las personas nos dan sus días, como así lo damos nosotros a los que nos ofenden, uff, esto era otra cosa.
Para que a veces (ojo al matiz) tu trabajo vaya bien o te encante tienes que haber pasado épocas de esfuerzo y trabajo duro.
Pregúntale a Nadal (a lo mejor ahora tengo que buscar otro simil) si cada vez que se lesiona si encara sus recuperaciones con humor y alegría porque le encanta su trabajo. Y, aunque te repitas que te encanta, en ocasiones se sufre y se requiere esfuerzo y sacrificio.
Por qué escribo esto hoy, porque tras la pandemia (que bien podría ser el título de un libro, ahí lo dejo) no viene la calma, sino la avalancha de tienes que emprender, buscar un trabajo de lo que gusta, ser feliz porque sino te morirás sin serlo o incompleta/o o qué se yo.
Mi sensación es la de predicar en el desierto, o ser «la agonía del cristianismo» con mis visión más dura y realista, pero me resulta poco honesto jugar con las aspiraciones de la gente y me enfada que much@s jueguen con ellas (no te digo «nà» cuando veo sesiones de desarrollo profesional por cantidades que llegan a rayar lo estratosférico ¿qué le cuentan?, ¿la crítica de la razón pura?)
Resumiendo, trabaja, si puedes (porque no siempre se puede, aún esforzándote, la suerte juega un papel fundamental) en algo que te guste.
Aunque recuerda, por mucho que te guste siempre habrá tareas, funciones, entornos, relaciones que no te agraden tanto, pero no por ello serás más o menos feliz ni serás mejor o peor profesional.
Lo dicho, welcome to the real f… world.